Mariano Sanz, que pasó de sentarse en su mesita del fondo a ocupar las tablas del Zalacaín, ofreció el pasado lunes un excelente recital narrativo, un recital cargado de ironía, de ficción, de vida vivida y por vivir.
Comenzó con un 'captatio benevolentiae' al estilo clásico, aludiendo a la idoneidad del lugar y al prestigio de sus tablas, hasta reconocer humildemente que "hago bizcochos por que no se hacer poemas". Sin embago, todos los sabíamos, Mariano es un excelente orador y un gran escribiente, a veces en verso, otras en prosa; y el que aún no lo sabía se maravilló de comprobarlo el pasado lunes.
El resultado: Zalacaín volvió a quedarse pequeño con los amigos del escritor y del café.
Como veis, no faltó a la cita nadie.
Ni siquiera Ángel Paniagua, últimamente se ha propuesto no perderse una.
La semana que viene realizaremos un homenaje a Cortázar, en el 50 Aniversario de la publicación de Rayuela. Todo ello, gracias a la organización y coordinación del Aula de Poesía y de Isabelle G. Molina.
Gracias, muchachos, fue un placer y una velada estupenda.
ResponderEliminarYo si falté, lo siento Mariano, porque me hacía ilusión asistir. Espero no faltar a la siguiente.
ResponderEliminarMuy buena esta entrada que nos permite imaginar lo que no vivimos pero quisiéramos haber vivido.
Gracias y abrazos.