Tras el éxito del recital de los madrileños de 'Poesía en Sidecar', este lunes 25, a las 21.30 horas, llega el turno del poeta murciano Juan Manuel Sánchez Meroño, miembro de Colectivo Iletrados.
Os dejo con su autobiografia.
Con unos tres o cuatro años, que es donde marco el umbral desde el que se inician mis recuerdos, me propuse, como el que tiene mucha vida por delante, rellenar de versos un cuaderno de colegio con una tapa amarilla de cartón en la que escribí con un bolígrafo negro sin mucho sentido de la proporción ni de la caligrafía, el título “Poesía” (con su tilde y todo).
Solo llegué a escribir dos versos bajo la mancha grisácea que deja un uso indiscriminado de la goma y la reescritura, que lograban una rima ripiosa con las palabras “Invierno – infierno”. Allí acabó todo. No volvería a escribir con voluntad poética hasta finales de B.U.P. y en la universidad fue donde encontré el verdadero estímulo estético e intelectual para proseguir con este modo de expresión gracias a las lecturas y a los amigos de la facultad, con los que aún comparto inquietudes y recitales. Conocí a compañeros que editaban fanzines y revistas literarias como la Rosa Profunda, donde participé activamente.
Entre los amigos de aquella época se encuentran Basilio y Alberto, que incluyeron mis poemas en su segundo Manifiesto Azul, sin que supiera que más tarde formaría parte de la familia que ahora es el Colectivo Iletrados. En la Universidad de Murcia, además de terminar la licenciatura en Filología hispánica y una tesina sobre ética y lenguaje, el aula de poesía de la Facultad de Letras me premió un poema llamado “Exilio” que se publicó en la revista Tonos digital con una interesante errata (“nueva virgen” en lugar de “nieve virgen”).
Ese mismo año en una antología aparecieron mis primeros poemas gracias a un accésit en el certamen Murcia Joven 2006, que agrupé bajo el título "Nudismos”. Después de aquello, el azar de las oposiciones para dedicarme a ser profesor de lengua y literatura me llevó a Andalucía, que no había conocido hasta entonces. Su descubrimiento fue un proceso que se ha visto contaminado con el inesperado conocimiento de uno mismo que me impuso la soledad. Ese proceso que ya va para unos tres años me ha permitido escribir muy paulatinamente un poemario, “La ilusión del extranjero”. También lo intento con la prosa cuando no tengo más remedio en un proyecto muy a largo plazo que llamo “3”.
ese profe¡¡
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