Como todos los recitales fruto del intercambio Zalacaín-Poesía en Sidecar, el de Rafael Soler, programado desde hace meses, se hizo esperar como todo lo bueno, pero esa espera mereció la pena, no sólo por los poemas del valenciano, sino también por esa voz profunda y veraz que acompaña a sus composiciones.
Soler fue presentado por el murciano Manuel Martínez-Carrasco, en representación del colectivo 'Poesía en Sidecar', que introdujo la vida y obra del protagonista, así como su última novela, a propósito de la cual mantuvieron un interesante coloquio, antesala del extraordinario recital poético, que comenzó con su primer poma, 'Requiem', del 1978.
A este poema siguieron otros, alguno más lejanos o cercanos en el tiempo, poemas que llegaron a los asistentes por su "verdad", como él mismo dijo. De entre ellos, me gustaría destacar 'Vivir es un asunto personal', 'Un poco más de ella', 'Esto que somos', 'Si tu vida no cabe en una vida', 'Blanca blusa' (una oracion para esquivar el sueño), 'Receta para una biopsia consentida' o 'Reservado el derecho de admisión'.
Es de agradecer que el poeta premiara a los asistentes, su pasion, su atención y su presencia en una noche gris y poco acogedora, con varios bises, algunas cartas y poemas que llegaron al alma del público, sobre todos aquellos relacionados con la muerte y la vejez de residencias (asilos es más apropiado).
Gracias a todos los que volvieron a escuchar poesía un lunes más, este ciclo tiene sentido en vosotros. La semana que viene será el turno de Juan José Cerezo, un joven médico y poeta de Santomera, la tierra del capo Diego Arques.
Gracias a vosotros por traernos la emoción cada lunes de la poesía. Un abrazo.
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