martes, 6 de noviembre de 2012

LOS RESTOS DEL NAUFRAGIO


El recital de este lunes ofrecido por la poeta Idoia Arbillaga, que fue presentada 'emotivamente' por el gran Soren Peñalver, no es que fuera corto (como a mi y a muchos otros nos pareció), es que fue intenso, sobre todo porque los versos de Idoia conectaron desde un principio con los asistentes al Café Zalacaín. Nos quedamos con ganas de más, pero creo que así debe ser siempre, para que la poeta nos incite a esa otra lectura íntima de sus versos.  



Arbillaga leyo poemas de 'Pecios sin nombre', un poemario que fue finalista del Adonais en 2009. Para los que han tenido el libro en sus manos, una cita introductoria nos ofrece una pista muy acertada para su interpretación: los pecios sin nombre son aquellas vivencias del pasado que, tras el naufragio en el que desaparecieron, continúan alojados en el fondo del alma.



Destacar de su poesía, la serena mirada con la que contempla esos restos del naufragio y cómo consigue salvar algunos de ellos del olvido. Pero junto a los poemas en verso y métrica libre, Idoia leyó un conjunto de sonetos con una gran musicalidad. Unas composiciones en donde esos pecios no sólo recuperaban sus propias experiencias vitales, sino también las de otras personas cercanas a ella.   


Todos los rincones de Zalacaín volvieron a llenarse de amantes de la literatura (y quizá también de la cerveza), haciendo buena la costumbre de aquellas tabernas irlandesas en donde la poesía no era más que una excusa para compartir una cerveza y una buena conversación con otros amigos.


Anita, que estuvo muy atenta a los versos de Idoia, se quedó así de contenta al escuchar los sonetos que la poeta incluyó en una de las partes de su recital. Antes de finalizar, quiero darle las gracias a Idoia por haber participado en este ciclo y, al mismo tiempo, hacer un nuevo llamamiento para la semana que viene, a las 21.30 horas, en donde Sebastian Mondéjar nos obsequiará con sus versos.

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